Época: Monarquías occidenta
Inicio: Año 1000
Fin: Año 1299

Antecedente:
Medios del poder real



Comentario

Un aparato administrativo cada vez más complejo, una política exterior de ciertos vuelos y una cada vez más costosa conducción de la guerra exigieron de los monarcas europeos la movilización de unos crecientes recursos económicos. Algunos casos pueden ser paradigmáticos. Así, el Tesoro Capeto pasó de tener en 1202 unos gastos de 95.000 libras a las 687.000 de 1292. Los éxitos políticos y militares pueden ser fuente de beneficios económicos pero también de graves preocupaciones financieras: la defensa del conquistado Gales por parte de Eduardo I exigió un desembolso de 93.000 libras para un periodo de menos de treinta años.
Para afrontar los crecientes gastos, los monarcas explotaron a fondo los viejos recursos feudales e incorporaron otros resultados de la nueva dinámica política y administrativa.

A la cabeza de los primeros figuran las rentas provenientes de la explotación del dominio real. Los Capeto fueron acrecentándolo desde 1100 y poniéndolo al abrigo de las guerras privadas conducidas por los pequeños señores. Las grandes operaciones político-militares de principios del XIII terminaron por convertir a los monarcas franceses en los más ricos señores del reino. Situación ésta que sus colegas ingleses habían alcanzado ya con los primeros representantes de la dinastía normanda: un séptimo aproximadamente de las tierras de la vieja aristocracia sajona se integraron en un dominio real bien administrado.

De naturaleza estrictamente feudal eran aquellas prestaciones (auxilium económico) que los vasallos debían a sus señores en cuatro ocasiones significadas: cuando el señor caía prisionero, cuando iba a la cruzada, cuando casaba a la hija mayor o cuando armaba caballero al primogénito. El "auxilium" militar, a su vez, podía también ser rescatado mediante la entrega al señor de una tasa: el "escudaje".

Las "regalías" fueron también firmemente defendidas como derecho privativo de los soberanos. En la Dieta de Roncaglia de 1158 los asesores de Federico Barbarroja defendieron como tales: "telonea", monedas, bienes vacantes, cierto tipo de multas y castigos, bienes de condenados y proscritos, prestaciones de correos, derechos sobre platerías, pesca o salinas, parte de los tesoros descubiertos en territorio imperial, etc. A tales ingresos los monarcas trataron de añadir su participación en la percepción de ciertas rentas eclesiásticas: beneficios vacantes o, en el caso castellano, una parte de los diezmos eclesiásticos (Tercias reales) con el pretexto de sufragar las campañas contra el Islam.

Con carácter extraordinario los príncipes podían recurrir a otros procedimientos. Será la solicitud a las ciudades para colaborar en los crecientes gastos de la Corona. Algo que, como sucedió en el norte de Francia con las seis ayudas solicitadas entre 1248 y 1260, puede llevar a las comunas al borde de la bancarrota. O será el recurso al empréstito que, en puridad, no era una fuente de ingresos ya que había de ser reembolsado.

A finales del siglo XIII los agobios financieros de las monarquías europeas paracían patentes. Constituían una de las muchas manifestaciones de la crisis generalizada años más tarde. Felipe IV de Francia, monarca discutido donde los haya, recurrirá en torno a 1300 a un heterodoxo procedimiento: las manipulaciones monetarias. Algo que daba un rotundo mentís a la figura del rey como guardián de la pureza de la moneda que se acuñaba en su Estado.